viernes, 31 de enero de 2014

SU VIDA EN UNA CAJA

Martín Almagro despejó su mesa. Los italianos ya no le querían. Y, le echaban de EL FOCO, eso, sí, con una palmadita en la espalda. Una engañosa palmada, como la que se le da a un perro viejo, cuando se le quiere apear, de un coche en marcha. - Martín, amigo,- le dijo Luigi Escala, con aquel acento genovés, que nunca supo, bien, si era amable, o, venenoso- puedes quedarte aquí, pero, ya no aparecerá tu nombre en la mancheta, ya no dirigirás esta cabecera- Martín sabía porqué. Era incómodo, para Rulfo Entrialgo, presidente de Murga. Para sus líos de faldas y sus injustificadas subidas de impuestos, sus sobresueldos, en diferido, en fin, su buena vida, a costa del contribuyente. Estaba seguro de que una llamada de presidencia había bastado, para hacerle meter su vida en una caja.

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