sábado, 4 de enero de 2014

INSOMNE

Amina no pudo dormir. Era valiente. No tenía miedo. Pero, el odio, hacia Ismaíl, esa serpiente ponzoñosa, que, con tanto descaro, había mentido, tildando la muerte de su marido, como un simple y fatal accidente, cuando ella sabía, perfectamente, que había sido un vil asesinato. Lo sabía, porque su marido no era idiota. No olvidaría una contraseña que debía usar cada mañana, y, cada tarde, para introducir y sacar, siempre con autorización, su esposo era extremadamente recto, dinero, papeles y objetos de valor. Fratricida, cuanto más lo pensaba, más convencida estaba, Amina, de que, su fiel compañero, con el que había pasado sus mejores primaveras, había sido víctima de un macabro juego fratricida. Ahora, habría que probarlo, sin morir, en el intento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario