sábado, 11 de enero de 2014
EL BESO
Ahora, el caminante comprendió que todo su andorréo, cada mota de polvo, cada paso, le había servido para desandar, para llegar allí, cuando su madre aún le recordaba. Suavemente, en su bruma, pero, ella no le había olvidado. El amor nunca olvida, todo lo comprende, todo lo asume. Por eso, no tuvo que disculparse, pues, en una mirada, se entregaron el mundo.
Él reflejó, en sus ojos azules, como lluvia de enero, que había amado a Nione, que, por eso, se fue, y que no se disculparía, por haberla amado.
Ella lo comprendió y, lo besó, con un pestañéo.
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