jueves, 14 de noviembre de 2013

SOBRE EL TIEMPO

Érase un mundo silente, al que no azotaba el viento. Un mundo donde el agua del mar y de los ríos no besaba la roca. Un mundo sin fricciones, sin placas, que chocasen, entre ellas. En aquella tranquila Pangéa, las hierbas no crecían, permanecía desnuda la piel del gigante anaranjado. Todo hervía, sin tiempo, ni conciencia de ser.

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