martes, 5 de noviembre de 2013

Al vies

Mi alma no se ha tomado su café. No está despierta. Dando tumbos, se coloca al vies de mis ojos, lentamente, como si no quisiera sostenerme, como si no le gustara este cruel cuerpo gris, destartalado y seco, tantas veces, hinchado, sin razón. Cual pavo real eunuco, que sigue, absurdamente, abriendo el avanico de su cola, repleta de ojos, ciegos al mundo. Paro, un segundo, me propongo escuchar a mi alma, y, en ella, a todas las almas, que brotan, como flores de loto, de la sucia tierra.

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