sábado, 30 de noviembre de 2013

LA VOZ DEL AGUA

El soplador hizo llorar a la vieja garganta del ney, con un lamento antiguo y largo. Era un llanto desnudo, como si la brisa, que, tiempo atrás, meció la caña, allá, en el lecho del río, quisiera darle una lengua azul, con la que penar, por haber sido arrancada de la dulce corriente. Dicen, los sabios, los de lunas añejas, que, cada nota emitida por el ney, es un alma gimiendo, por retornar a su principio, a su fuente.

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