sábado, 16 de noviembre de 2013

CÓNDOR

En aquella burbuja, la libertad era plena. Las mujeres, alegres, risoteaban, coquetas, orgullosas de su negrura. Los hombres, negros, cual noche sin estrellas, las miraban, hambrientos, como quien mira el rancho, tras la dura jornada. Poco a poco, la hora fue llegando. Así, que, a medianoche, una garganta, ahíta de cerveza, se alzó, sobre las otras, cantando: Tren de medianoche. Pronto prendió la llama, en otras bocas, que derramaban sueños de igualdad.

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