jueves, 20 de marzo de 2014

LAS AMANTES

La mañana no era, todavía. En el reloj que gobernaba al piloto automático del pequeño pesquero, dieron las cuatro y veinte. El Maria Luisa, que se llamaba así, en homenaje a la mujer del patrón, zarpó hacia el suroeste, sin que ningún tripulante estuviera despierto, preparado para corregir el rumbo erróneo, que les llevó a chocar, de lleno, contra uno de los innumerables dientes, de roca submarina, que flanqueaban, como incansables soldados, la pequeña isla de La Paloma. Aquello hizo volcar, y partirse, al barco, como si fuese un mondadientes, dejando dormir, el sueño eterno, a los 6 marineros, que lo habitaban. Desde entonces, los pescadores de Fuente Clara tienen mucho cuidado, con los amables sueños, que les inducen las sádicas sirenas de La Paloma, que son amantes celosas.

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