domingo, 9 de marzo de 2014
LA BRUMA
Tengo los dientes rotos, por morder la cruel roca de la infamia. La sangrienta garganta, de tanta rocalla, como ha molido, hoy, es un trapo viejo, que ya no reivindica, ni cañonea a nadie.
La noche, suspendida, cual cóndor, encapotando el cielo, hace mucho que está. Y, cada vez que le pregunto, temeroso, si me dejará ver la enorme luna, a la que tapa, con sus cenicientas y brumosas alas, abre las fauces, enseñándome sus amenazantes colmillos.
Así, me tiene preso, encadenado, muerto de miedo y, de sed. Siendo la sombra de una sombra amarga, hasta que halle la espada que hundiré, en pleno corazón del pájaro, maldito.
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