sábado, 28 de septiembre de 2013

MURGA

Antes del crack,Murga era un país inconsciente. La gente caminaba alegremente, sin oler a la bestia, al desastre tremendo, que, poco tiempo después, caería sobre el viejo continente, como las hambrientas leonas caen sobre la cebra más débil. Pero, en aquel momento, todo rodaba, en Murga, como una máquina bien engrasada. La construcción era el motor murgano. Se levantaron moles de cemento, en la ciudad, con apartamentitos y jardines, microclimas privados, con grandes cristaleras, que daban a la calle, para que la gente mirase la lluvia, si quería, pero, sin mojarse. La política, en Murga, era, también, un poco, así. A votar, cada 4 años. Listas cerradas, por supuesto. Todo controladito, faltaría más. Ah, sí, casi se me olvidaba. Todo buen candidato debía presentar un gran proyecto arquitectónico. Las torres iluminadas y los teatros crecieron, como setas, por Murga. Eso sí, había que tener cuidado con las obras demasiado ákratas, no fuera a ser que, al espectador le acabase doliendo la cabeza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario