Gota a gota, como un llanto silente, el agua, imperturbable, va desgastando la calcárea roca.
El sol impacta, entre las rendijas, vistiendo al agua gris de rojos fuegos, dorados amarillos y verdes hiedra.
Así es como el sol líquido, borboteándo, entra en las oscuras cuevas, en cuyas entrañas, como bocas de lobo, el miedo es juez y rey, llenándolas de esperanzada luz.
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