viernes, 25 de abril de 2014

Afirmaré la espina. El mordisco insoportable del tallo de tu rosa, en mis delgados dedos. Diré que sí, al cruel florete de tu lengua, que me hiere, quizás, porque no sabe que te quiero, como el mar, a la incesante danza de sus olas. Aguanto tus desprecios, no, porque los disfrute. Los odio, intensamente, te ahogaría, con ellos, cada vez que me sangran. Pero, veo tu alma, de rostro transparente, y sé que tu sonrisa me desancla del mundo. Dejándome volar, aun, sin viento.

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