martes, 22 de abril de 2014

PODEMOS HACERLO

La probeta gorgoteaba, casi inaudiblemente, en aquel entorno estéril, controlado, aséptico. DUEDUST GENOMICS estaba a tiro de piedra de dar el gran paso. Después de 82 intentos fallidos, de 82 despojos de inservible carne muerta. Incluyendo, entre estos, 21 engendros, de vida inviable, que hubo que eliminar, forzosamente, Isaac A. Edwards empezó a comprobar, con sumo agrado, que las reacciones encadenadas, convenientemente aceleradas, se sucedían, correctamente. Las proteínas se unían. Y, esta vez, sin herrores reseñables, pareció formarse un minúsculo y casi acuoso clon, de aquel bebé, que el buen doctor había recogido, de la morgue neonatal del Carter F. Dooms. Pasó, de la probeta, a la incubadora, como una protoforma de si mismo, por los tubos que las interconectaban. Una vez allí, protegido tras el cristal, el alfa, el primer clon humano, sonrió al doctor, con su desdentada boca.

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