miércoles, 23 de abril de 2014

BLANCO

La luz hirió sus insensibles ojos. De tal modo, que, un blanco inescrutable, como mil llamas puras, ardió, en su corazón. Entonces, fue cuando supo que se amaba. Y, más aún, que podía amar a otros. No estaba solo. Ahora, en aquel instante, tenía la fuerza suficiente, para desbrozar el polvoriento camino.

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