miércoles, 9 de abril de 2014

LA ROSA NEGRA

Rosana le tenía loco. La negrura de su rizado cabello, escondía, para la inquisitiva nariz de Raúl, un fragante jardín de destemplanzas. No era posible, se decía, que, sin perfume alguno, su coronilla oliese a cardamomo. No entendía porqué, su piel, de almendras tostadas, le sabía tan bien, bajo la luna. Acurrucado, allí, con la boca entre los 2 fragantes muslos de su rosa negra, oyéndola jadear, debido a los impíos roces de su lengua, pensó que no había otro sitio, más grande, o, más pequeño, que pudiera parecerle más confortable.

No hay comentarios:

Publicar un comentario