domingo, 23 de febrero de 2014

PUERTAS ABIERTAS

Doña Pura de Antúnez, una mujer tan sabia por vieja, como por diabla, me dijo estas dos cosas, cuando le pregunté, como hubiera hecho cualquier reportero, que hubiese tenido esa oportunidad, si creía que la condena que cumplía, en San Roque, uno de los siete penales de alta seguridad, de Murga, Agapito Antúnez, su mayor, era justa. - Que se te pudra el alma, plumilla, hijo de puta, que te llenas la boca, repitiendo que mi niño vende muerte, cuando es sólo droga. El que quiere, la compra. El que no..., a por pescado. Y, despídete de los tuyos, esta noche. Porque, a las doce, tocarán a la puerta, y no será el lechero- Ahora, mi cuerpo yace, en la cuneta de la 27, sin más pasión, ni miedo. Dos tiros en la nuca y una voz apagada. Esa es la dote que deja el narcotráfico, a esta ciudad de mierda

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