martes, 4 de febrero de 2014

EL PARAGUAS

Hoy no llueve, que pena. Clavo mis ojos en esta gran ventana, que me sirve de mirador al mundo, para cerciorarme de la amarga tragedia. En efecto, no cae ni una mísera gota, en Calima, cuando, por estas fechas, bien entrado el otoño, rara es la tarde azul, que no se enluta, jarreándo, después, furiosos mares. Sin embargo, estás tú, con tu rizado pelo negro, al sol poniente. Quizás, esté loco. Puede que sea el sentimiento de culpa. Pero, me ha parecido que has mirado hacia aquí, como si supieras que tengo tu paraguas verde. Ese que te afané, cual descuidero, por tener una excusa, para volver a verte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario