viernes, 21 de febrero de 2014

ALLÍ ESTABAN LOS MUERTOS

Patty miró por la ventana, antes de atreverse a salir. Tenía que comprar medicamentos, para aliviar el asma de su abuela. Pero, a pesar de que, a aquella hora, Calima estaba tranquila, a ella, todavía la paralizaba lo ocurrido en la calle 13. Allí, en su cabeza, permanecía el olor del asfalto, el nerviosismo de la gente, arremolinándose, para marchar contra el dictador, contra el no ser, contra el no poder decir: - Esta boca es mía- Y, avanzando, por la calle del AGUA, llegaron a la PLAZA 8 DE MAYO. Ella temblaba de miedo. Pero, Roberto le estrechó la mano. Eso la calmó. Al llegar a la 13, la gente vio a los milicos, armados, hasta el alma. Los manifestantes cantaron una tonada, con aires de libertad. De entre la muchedumbre, alguien alzó un puño desarmado. Y, así, las metralletas respondieron a las manos alzadas, haciéndoles caer, como hojas, en otoño.

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