jueves, 26 de diciembre de 2013

VIDA PERRA

Refugiados en el viejo y destartalado hospital, Rafa y Carmen desearon que el tabletéo que se escuchaba fuera, no fuese más que el repiquetear de la lluvia, en las calles de Bangui. No obstante, la mañana les devolvió a la cruda realidad. La verdad de los muertos arracimados en las aceras, cual hojarasca seca, basura hedionda, inanimada, molesta. Rafa, mirando, desnortado, al cielo, mientras su compañera conducía, vio a 10 buitres acercarse, en círculos, a la ingente carroña humana. Fue entonces, cuando su alma se rompió y lloró, desconsoladamente.

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