Las palabras, a veces, se quedan tan pequeñas, para explicar el mundo, que, en ocasiones, es más recomendable sentir, sólo sentir. Es cierto, a veces, frustra ser un libro cerrado, o, no, a saber. Tal vez, son esos libros lacrados, los que uno más aprecia, por su dificultad y extrañeza. Y, también, porque, al abrirlos, hayamos, muy de vez, en cuando, el tesoro de la concordia.
A mi amigo, Toni
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