domingo, 15 de diciembre de 2013

A CIEGAS

Sin verte, te adivino, imagino tus almendrados ojos, escudriñando el alma que, desnuda, te ofrezco, cada día. Es poco, casi, nada, un corazón vacío, una vasija rota, un pájaro de barro, como aquella canción de Manolo García, aquella que bebimos, con jeréz, un viernes santo. Un segundo, una pizca de sal, una palabra, que me enciendas el norte, con tus besos. No necesito verte, porque te siento azul, vibrando, tan cerca de mi ser, que arropas mi esperanza. Por eso, déjame andar tu senda, coloreando tus íris, para que vean por mí, niña del sol de mayo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario