jueves, 1 de mayo de 2014

CALOR, DE VERAS

El sol quemaba el rostro de los pocos caminantes, que se atrevían a salir, por el centro de Calima, un 15 de agosto, a las 12 del mediodía.. A Lucas, le había tocado sacar a Mason, El bulldog que Ana y él compartían, porque, ella tenía turno, en el San Jaime. Él, que no era devoto de los perros, había aceptado al chucho, al que no le caía especialmente bien, y que lo demostraba, continuamente, cagándose en sus zapatos, para poder vivir con su princesa. Pero, últimamente, Ana estaba en modo sargento. Lucas estaba en automático, pensando en si, aún le merecía la pena, todo aquello, cuando el jodido perro, tiró de él, encelado, por el olor caliente, de los bajos de una hembrita, cuya dueña, de melena oscura, lucía un pantaloncito apretado, de esos, que, sin arrimar la oreja, oyes hablar al coño de su portadora. No, si Mason no era tonto. Y, él tampoco iba a serlo.

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