jueves, 24 de octubre de 2013

EL CORAZÓN DEL MUNDO

Terhu era un buen monje. Pero, por mucho que lo intentaba, no lograba centrarse en el pozo de su alma, como hacía el viejo Ruagí, un monje, muy anciano, un buda, que, siempre recogido, era la calma misma. Un día, rastrillando el jardín, Terhu lo vio, sentado en la gran losa blanca, que, siempre, le servía de banqueta. De repente, le oyó repetir esta letanía: - El corazón de Ruagí, en el corazón del mundo- Aquella noche, aun sin comprender plenamente lo que hacía, el joven monje oró, con las mismas palabras que el anciano. Estaba, sin quererlo, llamando al alma de todas las criaturas. De modo, que, para acoger tantos sentires, su pecho se ensanchó y un mar de budeidad le inundó, enteramente.

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