viernes, 19 de diciembre de 2014

LA LLAMA DEL RECUERDO

Mírala. Ha muerto su amado, pero, ella sonríe. Quienes no la conocen, dicen que no lo amaba, porque no pone velas, por él, a San Antonio. Esos, los necios, son los que no saben que, en su corazón, aquellos dulces, acaramelados, ojos violeta, incendian cada noche. Y, que, ninguno de los dos amantes, precisa nada más, para saberse allí. En el lugar exacto, donde cuerpos y prejuicios estorban.

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